PDF Yo explico. Y tú, ¿participas? Tomo tres

Para padres y educadores (De 12 a 18 años)
Cuando notas que empiezas a alterarte, que te surge rabia, que quieres alborotar, regañar, disputar o incluso dar golpes a tu alrededor, oriéntate a tiempo a Dios: ¡háblale! Dile que sientes que en ti emerge rabia, dile también que de pura rabia apenas te puedes dominar.

Háblale; luego imagínate que desde tu interior irradian calor y amor. Deja que estos rayos también tengan efecto en ti, y piensa: “Dios me abraza, Dios purifica esto que empezaba a alterarme”

Confía en que Dios lo pondrá todo al descubierto y empieza tu tarea del día con Dios. Entonces podrás también perdonar a tu prójimo y pedir perdón por tus pensamientos innobles.

El día, tu buen amigo, te trae la fuerza para superar lo humano, entregárselo a Cristo, pedir perdón a tu prójimo y perdonarle.

Una persona no debería admirar a ninguna otra persona y considerarla superior, tampoco, aunque esta sea muy rica y distinguida. Honra solo a Dios y no a un ser humano. El ser humano tampoco debería ser servil frente a otro ser humano, sino servir a Dios y a los seres humanos.

Las personas con nobleza de pensamientos no juzgan ni sentencian. Dejan a sus semejantes el libre albedrío.

Tener comprensión significa comprender al prójimo, apoyarlo y ayudarlo según la ley de Dios, pero no reforzar su ego.

Comportarse desinteresada y concienzudamente conduce al bienestar.
Si en la escuela, mientras se explica la materia de enseñanza, estás distraído, ocupado en pensamientos con otras cosas o con tus semejantes, no estableces el contacto con tu conciencia luminosa.

¡Acoge con interés y atención la materia de enseñanza, pues no sabes cuando y de qué manera la necesitarás en tu vida más adelante!
Ten muy en cuenta y proponte las siguientes frases:
¡Ordena tus pensamientos! Entonces se ordenará tu vida.
Deja tu voluntad personal. No dirijas a ninguna otra persona, no le quites el libre albedrío.
Ejercítate en encontrar lo bueno en todos los seres humanos. Entonces respetarás también su libre albedrío y te volverás libre de prejuicios, opiniones y ataduras.
Realiza lo que hayas acumulado de conocimientos espirituales. Entonces se aclarará tu horizonte y podrás recibir la inteligencia cósmica, la sabiduría divina.

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